Jan Matthews

¡Hola! Se me aglomeran las cosas que decir, así que voy a empezar por lo lógico: me mueve producir arte, me mueve enseñar arte. Me mueve también el café, y la academia junta estos tres mundos de una manera que me encanta.

Creo que aprender arte es una experiencia muy expansiva. A menudo está más cercana al ámbito de la sensibilidad que al de la artesanía, toca muchos frentes. Recuerdo hablar hace unos años con el artista Alfredo Igualador sobre cómo el arte hace que mires el mismo mundo con otros ojos. A riesgo de sonar cliché, encuentro que el arte, a todos los niveles, es una conversación con uno mismo, una forma de encontrarse.

Enseñar arte, por ello, me parece que consiste en conseguir que esa experiencia tan cautivadora se produzca. Egoístamente, también diré que es muy estimulante para mí intentar adaptarme a las necesidades de cada persona. Cada una tiene un hilo de intereses y necesidades diferente, y no negaré que el aspecto social de todo esto me encanta. Lo cierto es que, a menudo, aprendo mucho yo también.